Buscan el sueño americano en Ciudad de México

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Hace tres años, Hannah McGrath se sentía más desanimada que nunca; no tenía trabajo y mantenía una relación solo para poder pagar el alquiler en Los Ángeles. “Me sentía muy, muy perdida”, dijo.

Ahora, a cientos de kilómetros del país donde nació, dijo que se ha encontrado a sí misma.

“Para mí, y para muchas otras personas, la Ciudad de México es el lugar donde se hacen realidad los sueños”, dijo McGrath, de 35 años. “No hay nada más que posibilidades y potencial”.

Miles de mujeres extranjeras, muchas de ellas estadounidenses, se han establecido en Ciudad de México desde la pandemia, en busca de oportunidades, de un lugar asequible para vivir o de una reinvención total. Sus trayectorias suelen ser un reflejo de la de McGrath: infelicidad, crisis, seguidas de un acto de fe —con un billete de avión— y luego una transformación personal.

“Es como una versión moderna y hípster de Comer, rezar, amar”, dijo Jonathan Kalan, un estadounidense residente en Ciudad de México que cofundó Unsettled, una empresa que ofrece retiros para profesionales en mitad de su carrera.

Las mujeres dicen que, en general, se han sentido bien acogidas. Pero la afluencia de extranjeros también ha alimentado la ira de algunos residentes, que afirman que han subido los alquileres y provocado una escalada de los precios.

Las colonias céntricas de Condesa y Roma, en particular, se han convertido, como nunca antes, en bastiones de migrantes que llegan a trabajar a distancia, donde el inglés se escucha en las cafeterías y restaurantes de estilo estadounidense. A medida que los alquileres han subido —hasta llegar a casi el doble en cuestión de unos años—, algunos mexicanos ya no tienen un sentido de pertenencia con el lugar.

Las quejas comenzaron a difundirse hace unos años en forma de calcomanías, que cubrían las paredes con eslóganes sarcásticos como “Imagine there’s no gringos” (Imagina que no hay gringos). Luego, este verano, estalló una protesta destructiva, en la que se saquearon tiendas y se pintaron carteles y grafitis con mensajes como “Aprende español, perro” y “¡La gentrificación es colonización!”.

Pero estos migrantes también impulsan los negocios, aunque provoquen irritación y extrañeza. La afición de algunos migrantes por lo esotérico —ceremonias de cacao, baños de sonido, cristales curativos— también les ha valido un apodo burlón, “los Tuluminati”, que hace referencia al lugar de vacaciones cercano..

Mujeres de varios países participaron en una ceremonia del té en el barrio de Roma.
Mujeres de varios países participaron en una ceremonia del té en el barrio de Roma.

Puede ser difícil evaluar con exactitud cuántos migrantes que trabajan a distancia se han establecido en Ciudad de México, ya que muchos van y vienen con visas turísticas de larga duración. Pero hay un indicio: en 2024 se expidieron un 56 por ciento más de permisos de residencia temporal a estadounidenses en la ciudad que en 2019, según datos del gobierno. Los estadounidenses siguen representando una pequeña fracción de la población extranjera residente en la capital, pero los datos gubernamentales muestran que están impulsando un auge del turismo y que vienen más mujeres que hombres.

En los primeros siete meses de este año, 3,7 millones de turistas estadounidenses mujeres volaron a México, medio millón más que los hombres. (Ciudad de México fue el principal destino para ambos, después de Cancún).

Muchas mujeres afirman que se han sentido atraídas por Ciudad de México debido a su menor costo de vida en comparación con Estados Unidos, donde los alquileres altos y los costos de la vivienda merman los fondos que podrían destinarse a otras ambiciones. También citan la seguridad de la ciudad para las mujeres en comparación con otras ciudades de la región, otro punto de tensión con muchos mexicanos.

“Pueden sentirse seguras aquí y es bueno, pero es una ironía porque las mexicanas no sentimos que es el lugar más seguro del planeta”, dijo Pamela López, una arquitecta paisajista de 35 años, quien señaló las altas tasas de feminicidios y violencia contra las mujeres locales. Los extranjeros, señaló, tienden a quedarse en una zona de la ciudad.

‘Una especie de reinicio de la vida’

A pesar del tráfico y su mala fama, el esmog y la diarrea del viajero, muchos migrantes que trabajan a distancia encuentran que Ciudad de México es “curativa”, dijo Kalan, el empresario de retiro.

Incluso antes de que la pandemia hiciera habitual el teletrabajo, “México atraía a mujeres de entre 30 y 40 años que se encontraban en un momento de transición”, dijo, y añadió: “Dejaban sus trabajos, terminaban una relación, se enfrentaban al agotamiento”.

Después de la pandemia, dijo, “eso explotó”.

Mientras los hombres venían y se iban, las mujeres tendían a quedarse. Tash Doherty, una de las recién llegadas, las llamó “slowmads”, del inglés slow para lento y nomads para nómadas.

Doherty, una británica de 30 años, trabajaba en análisis de negocios en Nueva York cuando, en 2022, visitó Ciudad de México con otros amigos que trabajaban en el sector tecnológico. Con el paso de los meses, sintió curiosidad por las muchas mujeres migrantes que conoció.

Tash Doherty en su departamento en Condesa
Tash Doherty en su departamento en Condesa

“Habían encontrado departamentos, adoptado perros, comenzado o encontrado una manera de hacer que sus carreras funcionaran aquí”, dijo Doherty, a quien le intrigaba cuántas estaban “en una especie de reinicio de la vida”.

Así que siguió su ejemplo y dejó su trabajo para escribir una novela.

Aunque algunos mexicanos les tienen recelo a los recién llegados, muchos dicen que se han beneficiado de aquello en lo que gastan, incluyendo clases de baile, excursiones de un día, mezcal y productos agrícolas.

“Entiendo el tema de la gentrificación, pero es bueno para nosotros”, dijo Jorge Ayala, un vendedor de aguacates orgánicos en un mercado al aire libre.

Algunas mujeres migrantes también han montado negocios: una estadounidense dirige una concurrida clínica de fisioterapia; una canadiense ha creado una empresa de saunas de estilo finlandés. Una húngara ha creado una línea de productos sexuales totalmente naturales; una escocesa ha abierto una tienda de bagels.

La sauna y la piscina de agua fría de Koti Wellness, un popular spa fundado por Equity Farinha, originaria de Vancouver, y su esposo mexicano, Carlos Plaschinski.
La sauna y la piscina de agua fría de Koti Wellness, un popular spa fundado por Equity Farinha, originaria de Vancouver, y su esposo mexicano, Carlos Plaschinski.
Anna-Rose Lim, en el centro, celebrando su cumpleaños en la casa de su amiga mexicana en el barrio de Escandón.
Anna-Rose Lim, en el centro, celebrando su cumpleaños en la casa de su amiga mexicana en el barrio de Escandón.

Anna-Rose Lim, de 33 años, llegó desde su natal Londres sintiéndose “emocionalmente agotada” después de dar clases durante la pandemia del coronavirus. En México, dijo, vio “a muchos amigos abriendo negocios o haciendo cosas interesantes”.

Lim añadió: “Pensé: ‘Bueno, ellos han dado el salto, ¿por qué no yo?’”.

El año pasado, abrió Amorcita, una heladería artesanal y bar de vinos en Roma que lleva el nombre de su gata.

“Aquí cualquiera puede empezar cualquier cosa”, dijo Charles Solomon, de 36 años, que se mudó desde Filadelfia para dar clases en un colegio internacional. “Solo hay que trabajar un poco, crear una buena página de Instagram y las cosas simplemente despegan”.

Muchas mujeres afirman que los migrantes que trabajan a distancia también deben su éxito a factores económicos: los dólares, los euros y las libras rinden más, y Ciudad de México tiene unos costos iniciales más bajos que muchas otras ciudades, aunque a veces haya más trámites burocráticos.

‘Estamos muy aislados aquí’

Los grupos exclusivos para mujeres también han ayudado. Uno de ellos, “Hermanas”, comenzó como un pequeño chat de WhatsApp en Ciudad de México y se ha convertido en una red internacional de miles de mujeres que ofrecen de todo, desde subalquileres hasta consejos de salud holística.

El interés generalizado de la comunidad por el bienestar y la espiritualidad no pasa desapercibido para las emprendedoras. Para promocionar su tienda, Lim organizó un “círculo uterino”, un evento en el que “meditamos sobre nuestros úteros y comimos gelato”, dijo una de las participantes, Samantha Jones, de 25 años.

Samantha Jones frente a su casa en el barrio de Narvarte.
Samantha Jones frente a su casa en el barrio de Narvarte.
Amorcita Gelato, propiedad de Lim, en el barrio Roma, Ciudad de México.
Amorcita Gelato, propiedad de Lim, en el barrio Roma, Ciudad de México.

La heladería ha sido un éxito. Una empleada, Daniela Barrera, dijo que negocios como Amorcita crearon puestos de trabajo para jóvenes residentes como ella, pero que la llegada masiva de extranjeros les había perjudicado en otros aspectos.

El alquiler es tan alto, dijo, que muchos no pueden permitirse mudarse y tienen que seguir viviendo con sus padres. “Es más difícil independizarse”, dijo Barrera, de 22 años.

Muchos mexicanos, y migrantes que llegaron antes, también critican a los recién llegados por no involucrarse más con México, una tendencia que algunos reconocen.

“Estamos muy aislados aquí”, dijo Mary Haberski, de 43 años, quien dejó su trabajo en una organización medioambiental sin fines de lucro en Los Ángeles para dedicarse al coaching y a una empresa emergente de bienestar. “Estoy en la burbuja y apenas salgo de ella”.

Breanna Claye fue descubierta como modelo tras mudarse de Nueva York a Ciudad de México.
Breanna Claye fue descubierta como modelo tras mudarse de Nueva York a Ciudad de México.

La llegada en masa de extranjeros también ha generado malentendidos mutuos.

Breanna Claye, una modelo de 32 años, causó revuelo en internet el año pasado cuando publicó un video desde su departamento en el que se veía cómo se estremecía al oír tocar fuera a uno de los omnipresentes organilleros de la ciudad, a veces desafinados.

Dice que entiende por qué se convirtió en blanco de la ira de la gente.

Pero las personas que comentaron, añadió, también hicieron suposiciones. Su vida puede parecer glamurosa, dijo, pero había ahorrado durante años para mudarse, viviendo en casa después de la universidad mientras trabajaba a tiempo completo. Fue en México, y no en Estados Unidos, donde la descubrieron como modelo.

Un sentimiento que está ‘cambiando, cambiando’

Las protestas han disminuido en gran medida. Aun así, muchos migrantes que trabajan a distancia dicen que este año ha sido un punto de inflexión.

“Al principio, pensé que nos quedaríamos aquí para siempre”, dijo Claye. “Todo el mundo estaba emocionado de tenernos aquí”.

Ahora, dijo, “las cosas están cambiando, cambiando: los sentimientos sobre nuestra presencia aquí”.

Muchos amigos ya se han ido, dijo, algunos llamados por sus oficinas y la mayoría simplemente por elección propia. Ella también estaba pensando en irse.

McGrath, quien dijo que vivir en México le había ayudado a costear un programa estadounidense de terapia somática, pronto regresará a California para avanzar en su carrera.

Sin embargo, por cada extranjero que hace las maletas, parece que llega otro.

Muchos son más jóvenes que los de la cohorte de la pandemia. Al no poder permitirse vivir en la llamada “burbuja” de Ciudad de México, se están trasladando a zonas más alejadas de la vasta red urbana.

Hannah McGrath hace las maletas para su próxima mudanza de regreso a Estados Unidos. Image
Hannah McGrath hace las maletas para su próxima mudanza de regreso a Estados Unidos. Image
Jones en su casa, donde vive con varias compañeras de piso mexicanas.
Jones en su casa, donde vive con varias compañeras de piso mexicanas.

Samantha Jones, la joven de 25 años que fue al programa del helado, se mudó recientemente a una casa compartida a 20 minutos del centro.

Los domingos, dijo, va a “buscar iglesia”, con la intención de conocer a sus nuevos vecinos.

También han empezado a llegar mujeres mayores, que encuentran sus ciudades natales demasiado caras, pero no se dejan intimidar por el aumento de los alquileres en Ciudad de México.

Una de ellas, Nelle Gretzinger, de 58 años, contadora y con los hijos ya independizados, dijo que deseaba explorar su nuevo hogar y añadió: “Sigue siendo más barato que Jersey City”.