Una de las historias más fantásticas del futbol ha terminado. Cristiano Ronaldo puso fin a su leyenda, al menos en Mundiales, después de la eliminación de Portugal, a la cual llevó a los más altos niveles, pero con la que cual no pudo levantar la Copa del Mundo, el único trofeo que le hizo falta en su basta carrera.
Alguna vez Jorge Valdano lo quito tomar del brazo y se dio cuenta que su musculatura era tan fuerte como un roble, mientras que el apodo de CR7 hace pensar a Juan Villoro que no es un futbolista, sino un cyborg. Lo que es un hecho es que Cristiano Ronaldo viene de otro planeta.
Sin embargo, el planeta del futbol debe despedirse de quien marcó nuestra época en el futbol, junto a un tal Lionel Messi, y aunque ha asegurado que seguirá vistiendo la playera de Portugal para la siguiente Eurocopa, a sus 37 años ve casi imposible jugar el Mundial del 2026.
Un volcán hecho futbolista
Tal vez no sea coincidencia que uno de los jugadores con más energía en el mundo del futbol haya crecido en una zona volcánica, donde absorbió una fuerza descomunal, tanto en lo anímico como en lo físico.
El menor de los hijos Dos Santos pasó la infancia en una pequeña casa con techo de lámina que no protegía mucho en época de lluvias. Así era como vivía con sus tres hermanos y su madre, quien trabajaba como cocinera, y mientras tanto salía a las calles para jugar futbol.
Antes de convertirse en el jugador más caro de la historia en 2009, cuando fichó con el Real Madrid, Cristiano Ronaldo fue negociado a los 10 años por su equipo, Andorinha, para pasar a las filas del Nacional de Madeira, a cambio de 20 balones y 30 uniformes, y dos años después llegó al Sporting de Lisboa, con el que debutó sólo para llamar la atención de Alex Ferguson y Manchester United.