Europa es un continente cada vez menos gris. El departamento de cambio climático del programa europeo Copernicus ha hecho público estos últimos días un informe sobre el estado del clima con datos del 2019: el año pasado fue el más soleado en Europa como mínimo desde principios de los años ochenta, igualado con el 2015. El récord no es una anécdota, sino que se enmarca en una tendencia clara de las últimas décadas: Europa tiene cada vez más horas de sol. De media los últimos años en el conjunto del continente ha habido unas 200 horas más de sol de las que había durante la década de los ochenta.
Los motivos de este cambio no están del todo claros, pero la principal hipótesis apunta al movimiento de centros de acción como el anticiclón de las Azores hacia el norte. Según la catedrática de climatología de la URV Manola Brunet, los expertos del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático ya hace unos años que consideran como probado que el cambio climático está desplazando el cinturón de anticiclones subtropicales hacia latitudes más altas, lo cual quiere decir que anticiclones como el de las Azores afectan de manera más clara y frecuente a Europa.
Los datos hechos públicos hace pocos días sobre el continente europeo eran muy conocidos a escala local por los climatólogos catalanes. Diferentes informes anuales del Meteocat ya hace años que constatan el aumento de las horas de sol en observatorios históricos como Fabra del Tibidabo o el Observatorio del Ebro de Roquetes. Según el jefe de climatología del Meteocat, Marc Prohom, el aumento es estadísticamente significativo en los dos observatorios, a pesar de que es mucho más marcado en el caso de Barcelona.
De media en los últimos años en el Tibidabo ha habido unas 600 horas más de sol por año de las que había a mediados de los años 80, casi 100 minutos más de sol por día. En el Observatorio del Ebro la subida no es tan fuerte: de media en Tortosa en los últimos años ha habido unas 300 horas más de solo que hace 40 años. Los dos observatorios batieron su récord de horas de sol en 2019, y en el caso del Ebro por primera vez se superó el umbral de las 3.000 horas anuales. El Mediterráneo acumula mucha parte de este aumento de horas de solo que ha habido en Europa, pero el cambio también es significativo en el Reino Unido, donde de media en los últimos años ha habido unas 100 horas de sol más que hace 40 años, un cuarto de hora más por día.
No es un patrón global
Talvez os sorprenderá saber que de media dos terceras parte del mundo está cubierto de nubes: lo determinaron científicos americanos hace unos años a partir de un estudio hecho con datos de satélite. Los océanos suelen tener más nubes que las superficies continentales: mientras que de media un 72% del cielo de los mares está tapado, en tierra firme la cubierta de nubes es de sólo el 55%.
Globalmente no hay indicadores que hagan pensar que las nubes disminuyen. Un estudio muy reciente sobre el tema hecho por expertos europeos a partir de datos de la primera década del siglo XXI ha podido comprobar que la tendencia es más bien la contraria, la presencia mayor de nubes y de aerosoles está oscureciendo el planeta. Regiones como la península Arábiga, Brasil o Australia han tenido un descenso de horas de sol.
El papel de las nubes es uno de los más complicados de modelizar de cara a futuros escenarios del clima. Según Manola Brunet, más calor significa más humedad en la atmósfera y, por lo tanto, más facilidad para que se formen nubes. La primera idea haría pensar que, cuantas más nubes, menos sol, y, por lo tanto, menos calentamiento del planeta. Pero hay que tener en cuenta que, como el CO 2, el vapor de agua es un gas de efecto invernadero, y, por lo tanto, el hecho de que haya más en la atmósfera también tiene una vertiente aceleradora del calentamiento global.