El puesto de vacunación de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) es la primera parada en la frontera de Sudán del Sur para los sudaneses que huyen de la guerra en su país en su camino al centro de tránsito de Renk, donde recibirán atención nutricional y una pequeña ayuda económica para después marchar hacia el campo de refugiados de Mabán.
Cerca de 530 mil personas han llegado a Sudán del Sur huyendo de la guerra de Sudán a través del paso fronterizo de Joda, según el portal de registro conjunto de la Agencia de la ONU para los Refugiados (UNHCR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y todas siguen un circuito establecido para atender sus necesidades.
Al paso fronterizo de Joda llegan diariamente alrededor de mil personas que escapan del conflicto que estalló en abril del año pasado entre el Ejército de Sudán y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Tras registrarse para recibir el estatus de refugiados, los sanitarios de la OIM comprueban el estado de los recién llegados y, en caso de ser necesario, les ponen las vacunas correspondientes para prevenir cualquier tipo de enfermedad, especialmente la fiebre amarilla o el cólera.
Huida con lo mínimo
Cargados con las pocas pertenencias que pudieron llevar, varias familias sudanesas buscan un lugar en el que resguardarse del sol, mientras esperan instrucciones para iniciar su traslado al centro de tránsito.
Samia, nombre ficticio, viaja junto a sus cuatro hijos con los que abandonó Sudán hace cinco meses, pero no fue hasta la semana pasada que alcanzó este centro humanitario en la frontera de Joda. «Viajamos solo con lo puesto», dice a EFE esta joven, que desconoce el paradero de su marido.
«El Ejército y las FAR lo están bombardeando todo, huimos de los proyectiles, de los aviones… Si tienes propiedades, se las llevan, pero llegamos aquí no por el miedo a la guerra, sino por el miedo al honor. Entran a tu casa y si tu padre o hermano hablan, les disparan en la cabeza. Mucha gente murió así», relata de corrido con la mirada perdida fija.
Un camión sin toldo ni asientos lleva a los refugiados que, como Samia y sus hijos, llegaron a Sudán del Sur desde Joda hasta el centro de tránsito de Renk, a unos 40 kilómetros de distancia, donde pasarán unos 15 días.
Posteriormente, los refugiados sudaneses serán trasladados hasta el campamento de Mabán, mientras que los retornados sursudaneses subirán en una embarcación hacia la localidad de Malakal, más al sur todavía, para regresar a sus comunidades de origen.
Luchar contra la malnutrición
En el centro de tránsito, uno de los servicios principales es el de nutrición, con el que los profesionales humanitarios del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Unicef y otras organizaciones que trabajan sobre el terreno de manera coordinada, tratan de aplacar los casos más graves de desnutrición, especialmente entre bebés y niños.
Las mujeres esperan en una carpa junto a sus hijos o sobrinos, donde un médico les pesa y mide la circunferencia media del brazo (MUAC, en inglés) con una cinta métrica de colores que determina el grado de desarrollo o malnutrición de los menores.
Con los resultados apuntados en un papel, otros doctores en una carpa aledaña, recetan los productos nutricionales que deberán tomar durante una semana para ganar peso y obtener los nutrientes necesarios para su desarrollo antes de regresar a revisión para ver su evolución.
«El tratamiento completo y su seguimiento dura unos dos años, pero en muchos casos se pierde la pista a los pacientes porque se van desplazando, otros regresan al cabo de un tiempo», dice a EFE Thon John Bol, uno de los especialistas en nutrición.
Junto a él, su compañera atiende a una joven sudanesa de 17 años que sostiene en brazos a un niño de dos años y a un bebé de seis meses, prácticamente del mismo tamaño por el lento desarrollo derivado de una nutrición insuficiente.
Una pequeña ayuda económica
El programa de ayuda del PMA incluye también una pequeña ayuda económica que se reparte a cada unidad familiar que llega al centro de tránsito para que puedan hacer compras mínimas durante el medio mes que pasan en las instalaciones.
En una carpa próxima al centro, personal del PMA en colaboración con la entidad Kush Bank, registran en un sistema informático a los miembros de cada familia beneficiaria y entregan al cabeza de familia 16.550 libras sursudanesas (13,85 dólares) por cada uno de los familiares.
Con esta cantidad podrán comprar algunos alimentos en las tiendas cercanas u otros enseres básicos, si bien organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) les entregan también lonas antimosquitos para que puedan cubrir sus tiendas de campaña y prevenir posibles picaduras de mosquitos, que pueden transmitir enfermedades como la malaria.